La Identidad Digital: Más allá de demostrar quiénes somos

La Identidad Digital o cómo identificarse de forma segura y fehaciente

La Transformación Digital que estamos desarrollando en todos los sectores, está cambiando las reglas del juego en cuanto a cómo hacemos las cosas en un mundo eminentemente digital.

Acciones tan sencillas anteriormente como firmar un documento papel, acudir a un mostrador para entregarlo (con independencia de quién lo entregara), enviarlo por fax, correo postal o acciones similares, donde la confianza en la identidad del firmante era implícita, se han convertido en todo un reto cuando digitalizamos el proceso.

En las primeras etapas de la evolución digital, la identidad digital de los actores se basó en el uso de contraseñas, sistema que a la postre se ha demostrado el más vulnerable con diferencia, al margen de suponer un problema para los usuarios que debían recordar decenas en un mundo cada vez más digital.

Sin solucionar el problema de la vulnerabilidad de las contraseñas, surgió seguidamente una propuesta basada en la delegación de identidad. En este modelo, nuestra identidad en redes sociales (Facebook, Twitter, Google+) permite identificarnos en otros procesos ajenos a dichas redes. En estos casos, se reduce la necesidad de recordar tantas contraseñas, pero el nivel de vulnerabilidad sigue siendo similar, y seguimos careciendo de una verificación acerca de la identidad REAL de los usuarios.

La vulnerabilidad de las contraseñas se ha intentado solucionar con políticas de caducidad y criterios más estrictos a la hora de establecer nuevas contraseñas, pero esto sólo lleva al usuario encontrarse barreras a la hora de actuar en procesos digitales.

Una Identidad Digital robusta se basa en tres elementos: algo que sabes, algo que tienes y algo que eres. La combinación de varios o todos de esos factores aporta mayor o menor seguridad a la identificación y firma electrónica en los procesos digitales.

Fruto de este concepto, la más reciente evolución de los sistemas de Identidad Digital es la combinación de dos o más de estos elementos para identificarnos y firmar. Un ejemplo clásico que todos conocemos es la firma de una transferencia en la banca electrónica de nuestra entidad financiera. Tras identificarnos en dicho sistema con usuario y contraseña (algo que sabes, la contraseña), realizamos la transferencia, momento en que nos solicita un segundo dato que nos llega a través de un SMS (algo que tienes, el móvil) o sistema similar del tipo Touch ID o Face ID (algo que eres, biometría).

Sin embargo, estamos centrándonos en asegurar la identidad de la persona o del firmante, sin tener en cuenta otro aspecto fundamental que es asegurar la integridad de los datos firmados, así como el momento del tiempo en que se realizó la firma. La posibilidad de repudio de un documento firmado puede referirse no a la identidad de la persona que lo firmó, si no al contenido de lo firmado, o el momento de la firma.

En estos casos, el uso de firma avanzada, frente a la firma simple como puede ser el uso de contraseñas y One Time Password (OTP por sus siglas en inglés) marca la diferencia entre poder demostrar quién ha firmado y poder asegurar también qué ha firmado y cuando lo ha hecho.

«Si los sistemas de Identidad Digital no son fáciles de usar, no se usarán

La combinación de los tres elementos indicados, junto al uso de firma avanzada van a certificar la identidad real de los actores y los documentos firmados, generando evidencias legales que eviten intentos de fraude o suplantación de personalidad. Todo ello debe ir acompañado de una agradable experiencia de usuario y fácil manejo por parte de los usuarios.

En Inycom, con la incorporación de la tecnología Wallet ID, todos estos aspectos y muchos más complementarios relacionados con la identidad digital y la firma avanzada se incorporan al porfolio de nuestras soluciones, para ofrecer productos y servicios más potentes y especializados para nuestros clientes.

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