Principios LEAN IT o cómo añadir valor al cliente
“Siempre realizo varias tareas a la vez: es muy difícil concentrarse solo en una”;
“Regularmente nos enfrentamos a demandas las cuales no podemos anticiparnos”;
“Mi único objetivo es reducir el coste; pero los usuarios no aceptarán una reducción en la calidad o funcionalidad”
Seguro que alguna vez has escuchado en tu organización alguna de estas cuestiones. Ante esta situación, la baja calidad de los servicios resuena dentro y fuera de la organización, lo cual, podrían provocar los siguientes efectos: Daño en la reputación, pérdida de la confianza de los clientes, incremento de reclamaciones, mal gasto de los recursos válidos, interrupciones en la producción…
Llegado este momento LEAN IT es el perfecto aliado para alcanzar el éxito. Sus principios pueden ser aplicados en casi cualquier entorno donde un proceso operacional puede ser definido.
LEAN IT responde a dificultades operacionales y desafíos de TI mediante la eliminación de las actividades que no añaden “valor” al cliente. Involucrando a todos los trabajadores en el proceso, LEAN IT crea una mejora continua y sostenible.
Se tocan todos los procesos de negocio y los procesos de TI no son una excepción, en un mundo donde el incremento de la velocidad del mercado, el valor añadido y la excelencia operacional tienen que estar balanceados con nuevos retos tecnológicos y reducción de costes.
Esta transformación en la organización permite incrementar el valor entregado al cliente – mejorando su satisfacción, al tiempo que mejora la eficiencia operativa. Esto se logra a través de la eliminación continua y sistemática de fuentes de pérdida de productividad: desperdicios, variabilidad e inflexibilidad.
Con LEAN IT se analizan cómo funcionan realmente las cosas, movilizando y alineando a todos hacia un objetivo: la mejora continua compartida. Es el vehículo eficaz para la transformación de una organización desde dentro, consistiendo en:
- Especificando el valor a los ojos del Cliente
- Identificando la cadena de valor y eliminando el malgasto existente.
- Generando flujo y demanda
- Participación y compromiso de los trabajadores
- Mejora continua hacia la perfección en pequeños pasos
Por ello, lo primero y más importante es especificar el Valor. El valor debe ser definido por el cliente que recibe el producto o servicio. ¿Quién es el cliente?, ¿qué es lo que ellos valoran?, ¿cuáles son sus requerimientos críticos y qué estarían dispuestos a pagar por ellos? Dicho cliente puede ser interno o externo y si el valor entregado es insuficiente podrían plantearse la opción de cambiar de proveedor de servicios.
El segundo paso es diseñar el mapa de la cadena de valor. Esto significa entender la secuencia de pasos (valor añadido y no valor añadido) que actualmente se están realizando para entregar el producto o servicio completo. En este punto la pregunta clave es, ¿cuál de estos pasos añade valor al cliente y cuáles no? Tras esta identificación nos centraremos en maximizar las actividades que añaden valor y eliminaremos las que no lo añaden, mientras reconoceremos aquellas que sean necesarias aunque no añadan valor al cliente (regulatorias, de salud…).
El tercer paso es establecer Flujo. ¿Cómo aseguramos que estos productos o servicios se muevan sin interrupción a través de la cadena de valor? la cual está sincronizada con la demanda del negocio.
El siguiente paso, el cuarto, es implementar el Pull. ¿Cómo haremos lo que el cliente necesita cuándo lo necesita?
Finalmente, y quinto paso, es la perfección y mejora continua. Buscar constantemente nuevas vías o caminos de mejora que nos permitan perfeccionar los procesos. Aquí encontramos la diferencia entre organizaciones con una cultura de mejora continua o aquellas que sólo abordan las mejoras mediante proyectos que se ejecutan una sola vez.
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