Innovar con arnés

Innovar con arnés

De vez en cuando surgen palabras talismán, esos términos que se ponen de moda y en un corto espacio de tiempo parece que todo el mundo las usa, que si no forman parte de tu vocabulario es como que estás fuera de onda, ¿te ha pasado?. Palabras que llega un punto que, de tanto usarlas, llegan a estar manoseadas, pierden significado y hasta interés, hasta que llega la nueva que las desplaza del centro del escenario.

“Innovación” es una de ellas, una de las palabras-totem del momento. Allá donde mires, alguien está haciendo talleres para innovar, escribe textos (¡éste es uno de ellos!), y hasta promulga leyes presuntamente facilitadoras de la innovación. Ahora parece que das una patada a una piedra y, donde antes salían “líderes” o “diseñadores”, ahora salen “innovadores”.

No quiero que me malentiendas, estoy a favor de la innovación y, de hecho, en INYCOM siempre hemos sido innovadores hasta cuando poca gente usaba esa palabra. Desde nuestros procesos y procedimientos, a nuestro modelo empresarial, nuestras Tecnologías y recursos, a nuestro propio espíritu y cultura organizativa, desde que lo recuerdo veo claro que la innovación ha estado presente en nuestro ADN.

Quizá sea por eso que me siento capaz de hablar un poquito de sus limitaciones, ahora que parece que muchos piensan que no las tiene, que sirve para todo, y que innovar es bueno per se.

Y nuestra experiencia es que conviene “innovar con arnés”. Que hay que observar, analizar, emprender el cambio, y aprovechar las oportunidades que éste propone, que innovar como práctica continua es de lejos mejor que estancarse y permanecer en una posición blindada mientras todo cambia a tu alrededor … pero que hay que cumplir lo que podríamos llamar Las 3 Condiciones de Oro para Innovar.

La primera es que, por mucho que se llenen la boca con el término “innovación disruptiva”, a las organizaciones maduras, asentadas y líderes, nos interesa muchísimo más abordar la “innovación evolutiva” que, básicamente, es como la disruptiva pero sin cargarse lo que ya tenemos que funciona, sin tirar por la borda los activos valiosos que nos van a seguir sirviendo en la nueva etapa, y sin romper con el presente ni el pasado, sino más bien aprovecharlos.

La segunda es que innovar por innovar es peligroso y carente de sentido, así que la pregunta clave es “para qué”. Si no sabes contestarla, puedes innovar en laboratorio, con tiempo y recursos sobrantes, y a ver qué sale, pero nunca te pongas a innovar en el core business sin saber para qué lo haces. Algún gurú del asunto me dirá que soy temeroso y que grandes innovaciones se han generado sin saber para qué … probablemente, no lo niego, pero pienso que muchas más “castañas” se habrán pegado, sobre las que nadie habla en voz alta ni se escriben exitosos libros pero que ahí están y han marcado más el futuro de muchas organizaciones que las exitosas innovaciones a voleo.

Y la tercera conclusión experiencial que yo extraigo es que, si bien a veces parece contarse que la innovación es cosa de personas o pequeños grupos semi-heroicos y aventureros, en realidad la verdadera innovación generadora de valor es aquella fruto de un proceso continuado que aglutina recursos multi-disciplinares internos y partners externos idóneos. Hemos participado en procesos de innovación de Clientes aplicando Tecnologías de la Información, por ejemplo en plantas industriales o en organizaciones comerciales o de servicio al ciudadano, y es cuando nos juntamos equipos completos cuando se va realmente mucho más allá.

Innovar si, pero con estos “tres arneses” que aseguren una elevada generación de valor.

Inycom

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